La Ley 7.690 de 9 de febrero de 1924 crea la Corte Electoral y el Registro Cívico Nacional. Junto a la Ley de Elecciones de 16 de enero de 1925 y su Complementaria de 25 de octubre del mismo año, constituyen el "paquete básico" de la legislación electoral nacional. Sucesivas constituciones y leyes han dejado su impronta en el proceso electoral uruguayo, pero no han variado la forma sustancial de emitir el voto.
El voto, ese que según el Himno Nacional, es el "que el alma pronuncia", expresión última del Soberano, se efectiviza a través de la introducción en una urna de un sobre cerrado con su voluntad ciudadana expresada en una "hoja de votación".
Esa "hoja de votación", contiene las "listas" de candidatos para los distintos órganos a elegir en cada comicio. De ahí que dichas "hojas de votación" sean popularmente llamadas "listas".
En sus comienzos las hojas, que eran muy pocas, se distinguían por el lema (nombre del partido político) y el sublema. En 1928 se les adjudicó un número por orden de inscripción y finalmente, en 1942 se habilitó a que quienes hubieran utilizado un número para identificar sus hojas de votación tuvieran preferencia para usarlo en la elección siguiente. Así, nace la tradición de los números, que han derivado en memorables disputas.
En noviembre de 1925, tuvieron lugar las primeras elecciones legislativas y municipales desde la creación de la Corte Electoral. En Treinta y Tres, se registraron ocho hojas de votación correspondientes a 6 lemas: el Partido Nacional registró tres, en tanto los partidos Colorado, Colorado Radical, Colorado Gral. Fructuoso Rivera, Socialista y Comunista registraron uno cada uno. Por entonces las fracciones coloradas votaban en lemas distintos.
El número de hojas de votación fue creciendo con el tiempo, más aún cuando se comenzó a votar en hojas distintas para cargos nacionales y departamentales.
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